Nació en Caracas el 22
de diciembre de 1853 y murió en Nueva York el 12 de junio de 1917. Pianista
venezolana. Recibió su primera formación musical en Caracas de la mano de su
padre, Manuel Antonio Carreño, y de Julius Hohené. En 1862 se trasladó con sus
padres a Nueva York, ciudad donde ofreció, antes de cumplir los nueve años de
edad, su primer recital público. Fue invitada a tocar ante el presidente
Abraham Lincoln, en la Casa Blanca.
Teresa Carreño en una imagen
tomada en Berlín, hacia 1916
tomada en Berlín, hacia 1916
En Nueva York estudió
con los maestros Louis Gottschalk y Anton Rubinstein. Completó su formación en
París, adonde se trasladó en 1866 e inició una brillante carrera de concertista
en 1871. Actuó en los principales auditorios de Europa y América, en Sudáfrica,
Australia y Nueva Zelanda. Fue solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Entabló amistad con Johannes Brahms, Anton Bruckner, Edvard Grieg, Franz Liszt,
Clara Schumann y Richard Wagner.
Regresó a Caracas en
1885. Al año siguiente, el presidente Antonio Guzmán Blanco le encargó la
organización de la temporada de ópera de Caracas, pero esta operación fracasó
debido a la actitud de la alta sociedad caraqueña, que no asistió a las
funciones para demostrar su repudio a una mujer divorciada. Teresa Carreño se
había casado con el violinista Émile Saureal (1873) y posteriormente con el
cantante de ópera Giovanni Tagliapietra (1876). Se casaría dos veces más: en
1892 con el pianista Eugène D'Albert y en 1901 con Arturo Tagliapietra, un
hermano de su segundo esposo.
Fijó su residencia en
Berlín en 1889, pero abandonó Alemania al estallar la Gran Guerra y, tras una
gira de conciertos en España y otra en Cuba, se radicó definitivamente en Nueva
York. Desde 1938 sus restos están sepultados en Caracas, primero en el
Cementerio General del Sur y, desde 1977, en el Panteón Nacional. En 1983 se
inauguró en Caracas el Complejo Cultural Teresa Carreño, considerado el más
vasto de América Latina.
La figura de Teresa
Carreño se cuenta entre la de los más grandiosos pianistas de su época. Sus
interpretaciones sonaban a melodía propia y se decía que "componía
mientras ejecutaba" piezas que tocaba, según Brahms "como un
verdadero pianista". Su técnica, descrita por ella como el arte de
"jugar con el instrumento", revolucionó los cánones de la ortodoxia
del vanguardismo alemán de finales del siglo XIX.